Mantener la atención en las sensaciones físicas de las piernas y
de los pies mientras caminamos, ayuda a desarrollar continuidad en la
atención y a traer interés y apertura en “día a día”.
Escoge un sitio plano de unos diez metros de largo y camina hacia delante y hacia atrás.
Para empezar, estate atento a la quietud del cuerpo de pie y dirige tu
atención a las sensaciones de los pies al tocar el suelo. Percibe la
sensación física actual en vez de cualquier imagen que tengas de ella.
Cuando comiences a caminar, mantén los ojos abiertos y fijos en el suelo
que hay delante de ti en vez de en los pies mismos. Simplemente
experimenta los cambios de texturas, temperaturas, pesos, densidades,
vibraciones, etc. que tienes en la planta de los pies, mientras caminas
hacia delante y atrás a un paso normal o despacio.
Camina como si actuases en estado de gracia, danzando a cámara lenta, con facilidad. No tienes que estar con tensión.
Consigue un sentimiento de dejarte caer en las sensaciones en vez de
estar en tu cabeza observando desde arriba (por esto es mejor no mirar a
tus pies.)
Usa notas mentales si éstas te ayudan a mantener la atención firme. Por ejemplo, presión, calor, frío, picor, etc.
Hay más estímulos para los ojos y los oídos en el caminar que en la
práctica sentada, pero no te preocupes por ello. Como al sentarte, tan
pronto como te des cuenta de que tu mente se ha dispersado, simplemente
vuelve tu atención a las sensaciones.
Nota que es contraindicado marcarse metas como “estaré con cada paso
durante los próximos 45 minutos”. Ese pensamiento es ya una separación
en el simple encuentro con las sensaciones físicas, y a la vez no es una
meta verdaderamente deseada.
Si te pierdes en comparaciones o pensamientos acerca del pasado o del
futuro, para por unos momentos y permanece estátic@, o camina a
diferente velocidad.
Gradualmente desacelerar puede permitirnos concentrarnos en sensaciones más sutiles.
Puede ser de ayuda el empezar la práctica a un paso normal, usando una
nota mental como “izquierda, derecha”. Después de unos minutos, puedes
disminuir el paso y ser más precis@ usando dos notas para cada pie:
“levantando, posando”. Disminuyendo más, en el futuro podemos usar tres
notas en cada pie como: “levantando, moviendo, posando”. De todas
maneras, algo que está mal entendido es que l@s meditadoras/es mejores
son l@s que caminan más lent@s. Como puedes observar, la velocidad a la
que caminas, no es una indicadora de tu estado mental. La habilidad de
la práctica significa mantener la atención concentrada relajadamente en
el objeto primario. Algunas veces podrá ser caminando despacio y otras
más rápido. Debe de ser como dejar que las sensaciones vengan a ti, en
vez de salir a buscarlas. Cada aproximación puede ser de ayuda en
momentos diferentes. Simplemente disfruta de cada paso, como si tuvieras
todo el tiempo del mundo.
Caminar y sentarse: prácticas sinónimas.
Much@s meditadoras/es a menudo mal entienden que la práctica sentada es
donde realmente la meditación real ocurre. Buddha nos dejó instrucciones
para estar atent@s al cuerpo en 4 posturas básicas: Sentad@s, de pie,
caminando y tumbad@s.
La meditación caminando, de igual importancia a la sentada, es
beneficiosa para la mente y el cuerpo, ayuda al cuerpo a relajarse y a
equilibrar la energía que puede disminuir durante las sentadas. No
rehuyas de su práctica.
Los beneficios de la meditación caminando.
La meditación caminando puede hacerse en cualquier lugar y en cualquier momento.
Nosotr@s caminamos mucho en el día a día, pero a menudo estamos
completamente desligados de nuestro cuerpo porque estamos muy ocupad@s
pensando acerca de a donde vamos. La meditación caminando nos ayuda a
perder las ataduras con los pensamientos habituales, nos coloca de
vuelta en nuestros cuerpos y desarrolla la habilidad de enraizarnos en
la experiencia directa en vez de permanecer perdid@s en sueños diurnos.
La experiencia directa es lo que nos lleva a la libertad. La práctica de
la meditación caminando es un soporte fuerte para la libertad